El profesor de música Marcelo prueba si tiene suerte lanzando la ficha en el "Juego del sapo".
Cuentan antiguas leyendas, que en el Lago Sagrado de los Incas, el “El lago Titicaca”, se desarrollaba un misterioso juego, que con el paso de los años se volvió un día festivo. “el Sapu” (sapo), era el personaje central del emocionante juego, donde el Inca, hijo del sol, echaba la suerte con su corte. La familia real llevaba piezas de oro al lago con la esperanza de llamar la atención a un Sapu, los cuales eran conocidos por sus poderes mágicos. Salía a la superficie y agarraba con su boca una pieza de oro y, al instante, al afortunado lanzador se le concedía un deseo y el sapo se convertía en oro. En homenaje a tantos deseos hechos realidad, el inca mandó construir un Sapu de oro, con el cual se divertía. Era un juego de suspenso y destreza, donde la danza y la alegría se mezclaban en un solo tono: PUKLLAY SAPU (Jugar al sapo). Con el tiempo la leyenda se materializó en la forma popular, convirtiéndose en uno de los juegos latinoamericanos más populares: el sapo o la rana.
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